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domingo, 7 de octubre de 2007

ESOS ASTURIANOS POR EL MUNDO. FERNANDO SIMAL BUSTO




Foto de Bonaire y Klein Bonaire
Cortesía de la NASA

Que siempre fuimos “culos de mal asiento” lo saben todos los de la emigración, pero serlo por aventureros es algo que debe relatarse en los anales de la asturianía. Aún está por escribirse la saga de nuestros aventureros.

La primera vez que mis oídos oyeron la evocadora palabra Bonaire, provenía de un locutor de la fría Holanda, que transmitía desde Radio Nederland, en la ciudad holandesa de Hilversum ( centro de comunicaciones de Holanda a 25 km. al sureste de Ámsterdam) y nos ilustraba diciendo que la emisión llegaba a América a través de sus antenas en la isla de Bonaire. Para una cabeza febril como la mía, a los catorce años, el solo nombre de una desconocida isla del Caribe era suficiente para desatar todas las fantasías que solo un lector voraz de Emilio Salgari y Julio Verne es capaz de comprender.

¡ Quién me iba a decir a mi, a esa edad, que con el paso de los años un día estaría contemplando las antenas de la isla de Bonaire desde las que retransmitía para América, Radio Nederland ! Mi presencia en Bonaire, esa desconocidísima isla, compañera en la trilogía de las Antillas Holandesas junto con Curaçao y Aruba, se debía a una invitación de uno de esos asturianos aventureros que conseguimos en los sitios más insospechados, Fernando Simal Busto, mi primo segundo, de los Simal de El Berrón y Noreña (los de Colegial) y de los Busto-Roces Nachón de La Carrera, en Siero, a la sazón Instructor de Buceo y Dive Master en una de las operaciones más famosas de buceo de la isla (Captain Don-Habitat), y en el día de hoy General Manager del Washington Park Slagbaai de Bonaire y encargado del Parque Marino de Bonaire. ¿Habrá mejor sitio para el desarrollo profesional de un Biólogo marino? .

Bonaire es una de las islas que, junto con Curaçao, Saba, San Eustatius y San Marteen, forman el Dutch Caribbean, las Antillas Holandesas. Esta isla se encuentra a unos 8o Km. al norte de la costa de Venezuela, y 48 km. al este de Curaçao, tiene 39 km. de largo y una superficie de unos 290 km. cuadrados. Antes de la independencia también formaba parte de estas antillas la isla de Aruba. Los primeros europeos vinieron a Bonaire en 1499, cuando Alonso de Ojeda y Américo Vespucci llegaron y la demandaron para España. El poco valor comercial y la imposibilidad de desarrollar la agricultura, por su aridez extrema, hizo que los españoles decidieran no desarrollar la isla. Parece ser que la palabra Bonaire viene del Caquetío, Bonay, que significa país bajo.


En 1636 los Holandes ocupan esta isla junto con Aruba y compran a Portugal la isla de Curaçao, donde instalaron un exitoso mercado de esclavos que abastecía toda la región. Estos esclavos fueron introducidos en la isla con el desarrollo de plantaciones de Sábila (Alóe) y con la explotación de salinas solares por parte de la compañía Dutch West Indies Company. En dos lugares de la isla, Red Slaves y White Slaves, aún pueden verse las casitas donde pasaban la noche los esclavos que trabajaban en la cercana salina. Hasta 1816 cambió varias veces de mano (incluidas las de piratas ingleses y franceses) hasta que el Tratado de París la dejó definitivamente como colonia holandesa. La abolición de la esclavitud, en 1863, hizo que las explotaciones insulares decayesen hasta que en los tiempos modernos se retomó la explotación de las salinas, no así las de Sábila, de las cuales nos queda como recuerdo la bellísima Hacienda de Karpata.

Red Slaves, casitas de esclavos

Las Antillas Holandesas, incluyendo Bonaire, se convirtieron en región autónoma de Holanda en 1954, en el momento en que este país les garantizó económicamente el desarrollo. Bonaire pasó a ser, en Enero de 1986, un territorio del Reino de Holanda, que ahora se compone de la Holanda continental y las Antillas Holandesas (Bonaire, Curaçao, Saba, San Eustatius y San Marteen) y Aruba.

Durante la segunda guerra mundial, como país beligerante, fue destinada a ser campo de concentración de los alemanes capturados en el naufragio del Antilla Reck, famoso pecio que aún sobresale de las aguas arubanas en la zona de Malmok. Sobre lo que era el campo de concentración, y aprovechando algunas de sus instalaciones, se construyó, al acabar la guerra, uno de los hoteles más importantes de Kralendjik, el Divi Flamingo. Kralendjik, la capital de Bonaire (Boneiru en papiamento, el idioma local mezcla de holandés, castellano, portugués e inglés), es un minúsculo centro urbano cuya pequeña calle principal lleva el curioso nombre de Kaya Grandi.

Serían los tiempos modernos, allá por los años 1950, cuando un holandés, Jan Karen Post, y un norteamericano, el Capitán Don Steward, comienzan a poner de relieve el mejor tesoro oculto de la isla de Bonaire: el mundo submarino. El arrecife de coral de la isla de Bonaire, una de las formaciones coralinas más bellas que ha formado la naturaleza. Estos pioneros dan a conocer al mundo las primeras fotografías e incluso filmaciones del mundo submarino de Bonaire y comienza a tener la isla su reputación entre biólogos marinos y entre los aficionados a la actividad subacuática, el submarinismo, el buceo deportivo, actividad en alza desde el desarrollo del buceo autónomo de pioneros como el austriaco Hans Hass y el francés Jacques Cousteau, que no solo desarrollaron sistemas autónomos de buceo sino que difundieron de modo didáctico las maravillas de un mundo tan silencioso como desconocido.

El buceo ha sido el gran motor del desarrollo turístico de Bonaire en los últimos treinta años, coincidiendo con el desarrollo que a nivel mundial han tenido las compañías dedicadas al buceo deportivo como PADI o NAUI, que encontraron en Bonaire un paraíso para el buceo aficionado.

La isla, que tiene una población de unas 12.000 personas, recibe unos 20.000 buzos al año, y esa es su principal fuente de turismo. El arrecife de Bonaire es un arrecife vertical que está a escasos veinte metros de la orilla del mar, no a grandes distancias de la costa como ocurre en prácticamente todas las islas del Caribe, la gran Barrera de Australia o la Barrera de Centro América, lo cual hace que los buceos sean cómodos y económicos al no tener que usar barcos para llegar al arrecife. El mar, por la costa oeste, protegido de los Alisios, está siempre en calma y tiene visibilidad hasta unos 200 pies de profundidad (más de 60 metros) y una temperatura del agua de unos 30 grados centígrados. De la orilla sale una plataforma de unos 20 a 50 metros de larga que baja suavemente hasta alcanzar los 10 metros, ahí comienza una caída vertical que en la zona de Karpata alcanza más de 120 metros. Estas son las espectaculares paredes (Wall) del arrecife de Bonaire. Pero en esa plataforma, alrededor de los 10 metros, el mundo submarino se nos presenta, en todo su esplendor, con todos los colores, bueno, casi todos, porque a esa profundidad el rojo ya se ha perdido, pero pienso que su pérdida magnifica, aún mas, los amarillos verdes y azules. Es el mundo del coral suave (Soft Coral), de los melancólicos corales abanico (Common Sea Fan), las exuberantes gorgonias (Sea Plumes), los curiosos corales cerebro (Brain Coral), y los asta de ciervo (Staghorn Coral) y de venado (Elkhorn Coral) o los abrasadores corales fuego (Fire Coral) y todo el mundo de las esponjas que en Bonaire llegan a tamaños tales como para ser llamadas esponjas barril (Barrel Sponge). Por allí campean a sus anchas toda una diversa, variopinta y multicolor fauna de peces. Los 10 metros del arrecife son un mundo de colores y de impresiones visuales.

Para proteger este espacio natural se creó en 1979 el Parque Marino, STINAPA (Netherlands Antilles Nacional Parks Foundation), el cual cubre una superficie de 1700 hectáreas de mar y llega a una distancia de 57 metros de la orilla. En todo ese espacio protegido no pueden echar anclas las embarcaciones con el fin de no dañar el arrecife. Los buzos están bien entrenados para que en sus buceos por el arrecife solo dejen en él “burbujas de aire” o se lleven de él solo “buenos recuerdos”. El Parque Marino también protege la pequeña isla deshabitada situada frente a la costa de Kralendjik, Klein Bonaire (Pequeño Bonaire), donde se encuentran las paredes de arrecife más impresionantes de Bonaire.

Dentro de este Parque Marino también hay unas áreas protegidas donde los buzos no pueden hacer inmersiones. Estas zonas protegidas están destinadas a estudiar el desarrollo del coral sin la influencia del buceo deportivo en el entorno. Pero en las zonas de buceo, de Norte a Sur, encontrarán todos los sitios de buceo marcadas por unos hitos (pintados de llamativo color amarillo) con nombres que a los buzos nos son ya tan familiares como los buenos recuerdos que nos han producido los lugares de buceo. De Norte a Sur encontraremos Karpata, Ol Blu, Webers Joy, Jeff Davis Memorial, Andrea I y II, La Machaca, Calabas Reef, Windsock, Punt Vierkant, Hilma Hooker (el más famoso pecio de Bonaire), Alice in Wonderland, Salt Pier, Toris Reef, Pink Beach, Red Slave y Cai, por solo señalar los más conocidos entre los 60 puntos catalogados y nombrados de la isla y los 24 de Klein Bonaire. Pero entre todos esos puntos uno puede bucear en cualquier parte y encontrará las mismas maravillas de los sitios nominados.

¿Cómo no iba a enamorarse Fernando Simal de un sitio así?. El inquieto y aventurero espíritu de Fernando lo lleva consigo desde que nació en Carbayín (Asturias) el 28 de noviembre de 1963. Estudió en los Jesuitas de Gijón y después sus estudios de grado los realizó en la Northeast Louisiana University, Estados Unidos de América, donde en 1987 alcanza la Licenciatura en Biología. Posteriormente, en la Universidad de Cádiz, en Julio de 2003, realiza un Master Universitario en Gestión y Conservación de la Naturaleza.


En el entreacto de los estudios hace el servicio militar en España como voluntario y allí, como no podía ser menos, lo hace como paracaidista. Entre los años 1988 y 1990 es Coordinador de Campamento en el campamento Caliypso, en el Territorio Federal Amazonas de Venezuela. En Junio de 1990 aparece, junto con Mabel, su esposa, en Bonaire, allí queda enamorado de la isla y se hace buzo profesional en la modalidad deportiva, haciendo todos los cursos profesionales hasta llegar a ser Instructor de Buceo, entrenando y titulando buzos deportivos por las asociaciones PADI, SSI y NAUI (PADI-Professional Association of Diving Instructors, SSI-Scuba Schools International - NAUI-National Association of Diving Instructors). En esos años tuve el privilegio de hacer el curso de buceo NAUI con él y a él le debo que sea hoy, el buceo, la primera de mis aficiones deportivas. Me inculcó tan profundamente la afición como para hacerme seguir los cursos del buceo profesional hasta alcanzar la categoría actual de Dive Master. Este contacto de Fernando con Bonaire se interrumpe entre los años 1993 al 2000, debido a que se radica en Maracaibo donde se dedicará a la rehabilitación de fachadas de edificios con equipos de escalada y sin andamiajes, usando la técnica del rappel. Posteriormente se radica en la venezolana isla de Margarita donde trabajará como Jefe del Departamento de Submarinismo en la Fundación La Salle de Ciencias Naturales. En esta cargo permanecerá hasta que en el año 2000 el Gobierno de la Isla de Bonaire lo llama para encargarlo de la Dirección General del Parque Nacional Washington Slagbaai, el único parque terrestre de la Isla. Allí, en aquel maravilloso mundo plagado de xerófitas, iguanas, pájaros, lagartos y unas bellísimas lagunas donde anidan los flamencos, Fernando es feliz.

Fernando está en el entorno en el que él quería vivir, en contacto continuo con una naturaleza que, en Bonaire, es poco menos que virgen. En Febrero de 2003, compartiendo con su puesto en el Parque Sglabai, es nombrado Director Interino de Parque Nacional Marino de Bonaire. Nuevamente está Fernando en contacto con el mundo submarino.


Fernando Simal Busto,
Director General del Parque Nacional
Washington Slagbaai en Bonaire

Hace unos días volví a bucear con él. Nos acompañaba todos los días un antiguo Dive Master a quien conocí en los inicios del buceo, Moogy, que además de buzo era músico y hoy ya es solamente músico, pero compartió con nosotros varios días de buceo en el norte de la isla. También nos acompañaba, Renzo, un buen amigo peruano, de Arequipa, que vino a deslumbrarse en el arrecife de coral de Bonaire y al cambiar su solemne volcán Misti arequipeño por los azules del Caribe, aún vive impactado por lo que vio en sus buceos por la isla. Estábamos buscando un nuevo punto de buceo para ser dedicado al holandés Jan Karen Post con motivo del 25 aniversario (hace pocos días) de la constitución oficial del Parque Marino. Después de varios buceos, entre Nukove y Bopec, decidimos que el nuevo punto de buceo, y así será marcado en las cartas geográficas del buceo de la isla, se llamaría “Karen Towers”, por su apellido y por las formaciones coralinas en forma de torres (Pillar Choral) que encontramos en el sitio. Al acabar de ubicar el punto de buceo, y casi como regalo de excepción, se nos ofreció a la vista, en el marco de este punto, esplendoroso en su tamaño, el primer tiburón que en más de 12 años de buceos en la isla he llegado a ver, un majestuoso, y por otro lado sumamente pacífico, Nurse Shark de más de tres metros de largo.

Al regreso de esta expedición, al caer la tarde, que en Bonaire es espectacular, pasamos por Karpata y costeando pasamos por 1000 Steps; por encima de la costa se alzaban, imponentes, las mismas antenas de Radio Nederland en su emisor para América desde la Isla de Bonaire, y mis recuerdos retrocedieron a la primera vez que oí ese nombre evocador. Desde entonces a este momento han pasado cincuenta años. Toda una vida.

Compartir con Fernando estas cosas nos hace partícipes de su estilo de vida. Esos asturianos por el mundo los encontramos por todas partes, pero pocos habrá que su “culo de mal asiento” los haga ser más felices que a Fernando Simal Busto, nuestro asturiano de hoy, en su mundo feliz.

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